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Salmo 73:25-26: Mi fortaleza y mi herencia eterna


Salmo 73:25-26: «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes unas palabras de inspiración basadas en el Salmo 73:25-26. Estos versículos nos recuerdan la importancia de tener a Dios como el centro de nuestras vidas y cómo Él es nuestra fortaleza en momentos de debilidad.

En este Salmo, el salmista expresa su confianza y dependencia absoluta en Dios. Él declara: «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra.» Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre nuestras prioridades y a reconocer que Dios es nuestro mayor tesoro. A menudo, nos dejamos llevar por las distracciones y preocupaciones del mundo, pero debemos recordar que solo en Dios encontraremos satisfacción verdadera y duradera.

El salmista también reconoce su propia debilidad y fragilidad al decir: «Mi carne y mi corazón desfallecen.» Todos enfrentamos momentos de cansancio físico, emocional y espiritual. Sin embargo, la respuesta del salmista nos enseña una lección invaluable. Él declara que a pesar de su debilidad, tiene una roca en la que puede apoyarse, y esa roca es Dios. En medio de nuestras luchas y agotamiento, podemos encontrar consuelo y fortaleza en la presencia de nuestro Señor.

No importa cuán difícil sea nuestra situación, podemos confiar en que Dios está con nosotros y nos sostendrá. Él es nuestra porción, nuestro sustento y nuestra fortaleza. El salmista afirma: «Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.» Estas palabras nos recuerdan que Dios es constante y eterno. Él no cambia, y podemos confiar en Su amor y fidelidad en todo momento.

Cuando enfrentemos desafíos, dudas o momentos de debilidad, recordemos estos versículos poderosos. Aunque el mundo puede ofrecer muchas cosas temporales y engañosas, solo en Dios encontraremos la verdadera paz y satisfacción. Él es nuestra roca, nuestra porción y nuestra fortaleza.

Incluso cuando nos sentimos débiles, Dios nos da la fuerza para perseverar. Él renueva nuestras fuerzas y nos levanta por encima de nuestras circunstancias. En Isaías 40:31, la palabra de Dios nos dice: «pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» Confíen en la promesa de Dios y busquen Su fortaleza en todo momento.

Queridos hermanos y hermanas, alentémonos mutuamente a mantener a Dios en el centro de nuestras vidas. Recordemos que Él es nuestra roca, nuestra porción y nuestra fortaleza. No permitamos que las preocupaciones del mundo nos desvíen de nuestra fe y confianza en Dios. Aferrémonos a Su Palabra y busquemos Su guía en todo momento. Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de la confianza y la dependencia en nuestro amado Señor.

En conclusión, el Salmo 73:25-26 nos recuerda la importancia de tener a Dios como el centro de nuestras vidas y cómo Él es nuestra fortaleza en momentos de debilidad. No importa cuán difíciles sean nuestras circunstancias, confiemos en que Dios es nuestra roca, nuestra porción y nuestra fortaleza. Encontremos consuelo y fortaleza en Su presencia y busquemos Su guía en todo momento. Que estas palabras nos inspiren a vivir una vida de confianza y dependencia en nuestro amado Señor. Amén.

Salmo 73:25-26: «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»

¡Que la paz y el amor de Dios estén siempre con ustedes!

Salmo 73:25-26: «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.»