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Salmo 73:26 - ¡Mi roca y mi fortaleza eterna!


Salmo 73:26 – «Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón, y mi porción para siempre, es Dios.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy, nos reunimos para reflexionar sobre el poderoso mensaje que nos transmite el Salmo 73:26. En este versículo, el salmista expresa una profunda verdad que resuena en nuestros corazones y nos impulsa a perseverar en nuestra fe.

El salmista comienza compartiendo su lucha interna, reconociendo que su carne y su corazón desfallecen. En ocasiones, todos nos hemos sentido agotados y desanimados por las pruebas y dificultades de la vida. Es natural que nuestras fuerzas flaqueen y que nuestro corazón se sienta abrumado. Sin embargo, es en esos momentos de debilidad donde encontramos una poderosa revelación.

El salmista declara que la roca de su corazón y su porción para siempre es Dios. Aquí, encontramos la clave para superar cualquier adversidad que se presente en nuestro camino. Dios es nuestra fortaleza inquebrantable, nuestra roca firme que nos sostiene cuando nuestras propias fuerzas fallan. Él es nuestra porción eterna, el tesoro supremo que trasciende este mundo temporal.

Cuando depositamos nuestra confianza en Dios, nos damos cuenta de que nuestras circunstancias externas no definen nuestra verdadera identidad. No importa cuánto nos sintamos débiles o desanimados, Dios es la fuente de nuestra fortaleza y esperanza. Él nos capacita para enfrentar cualquier desafío y nos sostiene cuando nuestras propias fuerzas flaquean.

Es importante recordar que nuestra relación con Dios no está basada en nuestras propias habilidades o logros. No somos dignos de su amor y gracia por nuestras propias obras, sino por el sacrificio de Jesucristo en la cruz. Su amor incondicional y su misericordia infinita nos permiten recibir su fortaleza y sostén en medio de nuestras debilidades.

En este mundo en constante cambio y lleno de incertidumbre, es reconfortante saber que tenemos una roca sólida en la que podemos apoyarnos. Dios es nuestra seguridad en medio de la inseguridad, nuestra esperanza en medio de la desesperanza. Él nos guía y nos acompaña en todo momento, ofreciéndonos su paz que sobrepasa todo entendimiento.

Queridos hermanos y hermanas, no importa cuán desalentador pueda parecer nuestro camino en ocasiones, recordemos siempre las palabras del salmista: «Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón, y mi porción para siempre, es Dios.» En esta verdad encontramos consuelo y fortaleza para perseverar en nuestra fe.

Cuando nuestras fuerzas flaqueen, busquemos a Dios en oración. Él nos renovará y nos dará la fortaleza necesaria para enfrentar cualquier desafío que se cruce en nuestro camino. Recuerdemos que nuestra porción eterna está en Él, y que nada ni nadie puede arrebatarnos el amor y la gracia que nos ofrece.

En conclusión, hermanos y hermanas, les animo a que mediten sobre el Salmo 73:26 y lo hagan su declaración de fe. Reconozcamos que nuestra fortaleza proviene de Dios y que Él es nuestra porción eterna. No permitamos que nuestras circunstancias nos definan, sino que permitamos que la presencia y el poder de Dios nos transformen y nos guíen en cada paso que damos.

Que el Salmo 73:26 sea nuestro recordatorio constante de que, en Dios, encontramos nuestra roca inquebrantable y nuestra porción eterna. Confíen en Él, depositen sus cargas en sus manos amorosas y vean cómo Él les fortalece y les sostiene en todo momento.

¡Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo estén con todos ustedes!

Salmo 73:26 – «Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón, y mi porción para siempre, es Dios.»