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Salmo 97 Reina Valera: El Poderoso Canto de Alabanza


Salmo 97 Reina Valera: La Gloria del Señor en la Creación

¡Salmo 97 Reina Valera! ¡Qué hermosa porción de las Sagradas Escrituras tenemos el privilegio de adentrarnos hoy! Este salmo nos transporta a la grandeza y majestuosidad del Señor en medio de su creación. Nos recuerda que Dios es el dueño y soberano de todo lo que existe, y que su gloria resplandece en cada rincón de este mundo.

En el versículo inicial, el salmista proclama: «¡El Señor reina! ¡Regocíjese la tierra, alégrense las islas numerosas!» (Salmo 97:1). ¿No es maravilloso saber que tenemos un Dios que reina sobre todas las cosas? Su gobierno no tiene límites ni fronteras, y su poder se extiende a cada rincón de la tierra. Esto nos llena de gozo y alegría, porque sabemos que su gobierno es justo y misericordioso.

Continuando en el segundo versículo, leemos: «Nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su trono» (Salmo 97:2). Dios es un Dios justo y recto en todo lo que hace. Su trono está establecido sobre la base de la justicia y el juicio. No hay lugar para la injusticia en su gobierno. Esto nos da confianza y seguridad, sabiendo que en Dios encontramos un refugio seguro y un juez justo.

El salmista continúa describiendo la grandeza de Dios en la creación: «Fuego delante de él avanza, quemando en derredor a sus enemigos» (Salmo 97:3). ¿Puedes imaginar el poder y la majestuosidad de nuestro Dios? Su presencia consume a sus enemigos como un fuego ardiente. Esto nos recuerda que no hay nada ni nadie que pueda resistir en contra de su voluntad. Nuestro Dios es invencible y poderoso.

En el siguiente versículo, el salmista nos invita a adorar y rendir homenaje al Señor: «Los cielos anuncian su justicia, y todos los pueblos ven su gloria» (Salmo 97:6). La creación misma refleja la justicia y gloria de Dios. Los cielos proclaman su grandeza, y todas las naciones pueden ver y reconocer su esplendor. Esto nos inspira a unirnos a la alabanza y adoración de todas las criaturas, reconociendo que solo en Dios encontramos la verdadera gloria.

Al llegar al versículo 10, el salmista nos exhorta: «Los que amáis al Señor, aborreced el mal» (Salmo 97:10). Nuestro amor por Dios nos lleva a rechazar el mal y a buscar la santidad en nuestras vidas. Amar a Dios implica vivir en obediencia a sus mandamientos y apegarnos a su palabra. El mal no tiene lugar en la vida de aquellos que aman al Señor.

Finalmente, en el último versículo, el salmista concluye: «Los que aman al Señor, aborrecen el mal. Él guarda las almas de sus santos; de las manos de los impíos los libra» (Salmo 97:10). Aquellos que aman al Señor son cuidados y protegidos por él. Nuestro Dios es nuestro defensor y guardián, y nos libra de las manos de los impíos. Podemos confiar plenamente en su fidelidad y amor incondicional hacia nosotros.

¡Salmo 97 Reina Valera es una poderosa declaración de la grandeza y gloria de Dios en la creación! Nos invita a adorarle, a amarle y a vivir en obediencia a su palabra. Que este salmo sea una inspiración constante en nuestras vidas, recordándonos la importancia de rendirnos ante la soberanía y majestuosidad de nuestro Creador.

¡Salmo 97 Reina Valera, te exaltamos y te glorificamos, oh Señor! Tu grandeza y poderío nos llenan de admiración y reverencia. Que nuestras vidas sean un testimonio de tu amor y fidelidad. Amén.