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Salmo95: Un cántico de alabanza y fortaleza


Salmo 95: ¡Venid, aclamemos al Señor!

Saludos, mis amados hermanos y hermanas en Cristo. Hoy quiero compartir con ustedes un salmo que ha sido una fuente constante de inspiración y alabanza para mí: ¡el Salmo 95! Este hermoso salmo nos invita a alegrarnos en la presencia de nuestro amado Dios y a adorarle con gratitud y reverencia.

El Salmo 95 comienza con una invitación apasionada: «Venid, aclamemos al Señor; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación». Es un llamado a todos nosotros, creyentes en Cristo, a reunirnos en adoración y alabanza, reconociendo a Dios como nuestro Salvador y Protector. Él es nuestra roca, nuestra fortaleza en tiempos de dificultad, y debemos regocijarnos en Su presencia.

En medio de las luchas y desafíos que enfrentamos en nuestra vida diaria, a menudo olvidamos lo poderoso y maravilloso que es nuestro Dios. Pero este salmo nos recuerda que Él es el gran Dios sobre todos los dioses, el Creador de los cielos y la tierra. «Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la tierra seca».

Amados hermanos, nuestras vidas están en las manos de un Dios que es infinitamente capaz. Él tiene todo el poder y la autoridad sobre la creación. No hay nada imposible para Él. Por lo tanto, no debemos temer ni preocuparnos, sino confiar plenamente en Su amor y cuidado por nosotros.

El Salmo 95 también nos exhorta a escuchar la voz de Dios y a no endurecer nuestros corazones. A menudo, en nuestra vida cotidiana, somos tentados a desviar nuestra atención de Dios y a endurecer nuestros corazones hacia Su Palabra. Pero debemos recordar que Dios habla a través de Su Palabra y a través del Espíritu Santo que mora en nosotros. Escuchemos atentamente Su voz y obedezcamos Su voluntad.

Además, el salmista nos insta a adorar a Dios con gratitud y reverencia. «Pues él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano». Somos parte del rebaño del Señor, y Él nos cuida y nos protege como un buen pastor. Debemos adorarle con gratitud por Su amor incondicional y por todo lo que ha hecho por nosotros.

Hermanos y hermanas, cuando nos acercamos a Dios en adoración, debemos hacerlo con corazones agradecidos y humildes. No debemos tomar Su amor y misericordia por sentado, sino reconocer que somos indignos de Su gracia, y sin embargo, Él nos ama y nos acepta como somos. ¡Qué privilegio y honor es poder adorar a un Dios tan maravilloso!

En conclusión, el Salmo 95 es un recordatorio poderoso y hermoso de la grandeza de nuestro Dios y de la importancia de adorarle con gratitud y reverencia. A través de este salmo, somos invitados a venir a la presencia del Señor, a regocijarnos en Su salvación y a reconocerlo como nuestro Creador y Pastor.

Así que, mis amados hermanos y hermanas, no desperdiciemos esta oportunidad de adorar a nuestro Dios. Corramos hacia Él con corazones alegres y gratitud en nuestros labios. Aclamemos al Señor y cantemos con júbilo, porque Él es digno de toda nuestra alabanza.

¡Venid, aclamemos al Señor, cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación! ¡Él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano! ¡Alabado sea el Señor por siempre!

Salmo 95.