Salmo 103:1 – ¡Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje de la Palabra de Dios que nos llena de gozo y gratitud. En el Salmo 103:1, el salmista nos exhorta a bendecir a Jehová con todo nuestro ser y a alabar su santo nombre. ¡Qué hermosa invitación nos hace el Señor a reconocer su grandeza y a expresarle nuestra gratitud y adoración!
Cuando leemos este versículo, es importante recordar que la palabra “bendecir” implica mucho más que simplemente decir palabras bonitas o expresar buenos deseos. Bendecir a Jehová implica reconocer su bondad, su misericordia y su amor inagotable hacia nosotros. Significa alabarle, adorarle y agradecerle por todo lo que ha hecho y sigue haciendo en nuestras vidas.
Es fácil caer en la rutina y olvidar cuán maravilloso es nuestro Dios. Pero el Salmo 103:1 nos insta a bendecirle con todo nuestro ser, lo cual implica que debemos adorarle con cada fibra de nuestro ser, con cada pensamiento, con cada palabra y con cada acción. Nada debe quedar fuera de esta expresión de gratitud y alabanza.
Cuando bendecimos a Jehová, reconocemos su autoridad y soberanía sobre nuestras vidas. Sabemos que él es el Creador de todo lo que existe y que tiene el control absoluto sobre todas las situaciones que enfrentamos. Al bendecirle, le estamos diciendo: “Señor, estoy dispuesto a confiar en ti y a seguirte en cada paso de mi vida”.
Además, el Salmo 103:1 nos invita a bendecir a Jehová con todo nuestro ser porque él es digno de toda nuestra adoración. Su nombre es santo y poderoso. Él es el único Dios verdadero, el Dios de amor y de justicia. Bendecir su santo nombre es reconocer su grandeza y magnificencia, y rendirnos ante él con humildad y reverencia.
Cuando bendecimos a Jehová, también nos recordamos a nosotros mismos de todas las bendiciones que él derrama sobre nuestras vidas. El salmista continúa en el Salmo 103:2 diciendo: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. No debemos olvidar nunca las bendiciones que Dios nos ha dado. Desde el don de la vida, hasta la provisión de nuestras necesidades diarias, Dios ha sido fiel en cada aspecto de nuestras vidas.
El versículo 3 del Salmo 103 también nos habla de las bondades de Dios: “Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias”. Nuestro Dios es un Dios de misericordia y perdón. A través de Jesucristo, él nos ha perdonado todos nuestros pecados y nos ha dado la oportunidad de recibir sanidad y restauración en nuestras vidas.
Hermanos y hermanas, hoy los invito a reflexionar sobre el Salmo 103:1 y a ponerlo en práctica. Bendigamos a Jehová con todo nuestro ser, reconociendo su grandeza, adorándole con humildad y agradeciéndole por todas las bendiciones que nos ha dado. No olvidemos nunca su amor incondicional y su misericordia. Él es quien perdona todas nuestras iniquidades y sana todas nuestras dolencias.
Que este salmo sea una constante invitación en nuestras vidas, un recordatorio diario de la grandeza y fidelidad de nuestro Dios. Que nuestra respuesta sea siempre la misma: bendecir a Jehová con todo nuestro ser.
Salmo 103:1 – ¡Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre!
¡Que Dios les bendiga abundantemente! Amen.