Salmos 116:11 – “Dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.”
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos encontramos reunidos para reflexionar sobre un versículo poderoso y revelador del libro de los Salmos. El Salmo 116:11 nos confronta con una verdad incómoda pero necesaria: “Dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.”
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos rodeados de mentiras y engaños. La sociedad en la que vivimos nos bombardea constantemente con noticias falsas, promesas vacías y personas que nos engañan sin piedad. Incluso en nuestras relaciones personales, podemos sentir la decepción de aquellos que nos han fallado o nos han traicionado con sus palabras falsas.
Sin embargo, este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza humana. En nuestra prisa por juzgar y desconfiar de los demás, a veces olvidamos que también somos propensos a la mentira. Todos hemos pecado y hemos caído cortos de la gloria de Dios, como nos recuerda Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
Es importante reconocer que, como seres humanos, somos imperfectos y falibles. No podemos confiar plenamente en nosotros mismos ni en los demás. Solo hay una fuente de verdad absoluta y esa es la Palabra de Dios. Como nos dice Jesús en Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
La mentira es un arma poderosa que el enemigo utiliza para alejarnos de Dios y sembrar la discordia entre nosotros. Pero debemos recordar que el Señor es el Dios de la verdad. Como dice el Salmo 31:5: “En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.”
Entonces, ¿cómo podemos mantenernos firmes en medio de un mundo lleno de mentiras? La respuesta se encuentra en la fe y en la búsqueda constante de la verdad divina. Debemos aferrarnos a la Palabra de Dios y buscar su guía en todas las áreas de nuestra vida. Como el Salmo 119:105 nos enseña: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”
Cuando reconocemos nuestra propia tendencia a la mentira y nos acercamos a Dios en humildad, podemos experimentar su gracia y misericordia. El Salmo 116:11 nos desafía a enfrentar nuestras propias mentiras y a buscar la verdad en Cristo. Solo en Él encontraremos la liberación y la paz que tanto anhelamos.
Hermanos y hermanas, hoy los invito a reflexionar sobre nuestras palabras y acciones. Reconozcamos nuestras propias mentiras y busquemos la verdad en la Palabra de Dios. Que nuestro testimonio sea un reflejo de la fidelidad y la verdad de nuestro Señor.
En conclusión, el Salmo 116:11 nos confronta con una realidad universal: todos somos propensos a la mentira. Pero en medio de nuestras debilidades, encontramos esperanza en la verdad de Dios. Que busquemos la verdad y la vivamos en nuestras vidas diarias, confiando plenamente en nuestro Salvador Jesucristo.
Que el Espíritu Santo nos guíe y nos fortalezca en nuestro caminar con Dios. Que nuestras palabras y acciones sean un testimonio vivo de la verdad y la fidelidad de nuestro Señor. Amén.
Salmos 116:11 – “Dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.”