Salmos 15: “Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino; a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás.”
¡Saludos, queridos hermanos y hermanas en la fe! Hoy, nos sumergiremos en un pasaje inspirador de los Salmos, específicamente en el Salmo 15. En este Salmo, el salmista se pregunta quién tendrá el privilegio de habitar en la presencia del Señor. Es una pregunta profunda y significativa que todos debemos considerar en nuestras vidas diarias.
El salmista comienza enumerando algunas características de aquellos que serán dignos de habitar en el tabernáculo del Señor. Nos enseña que aquellos que caminan en integridad, haciendo justicia y hablando la verdad en sus corazones, serán los elegidos. Aquellos que se abstienen de calumniar con su lengua, hacer mal a su prójimo o aceptar reproches contra su vecino. Estas son cualidades que Dios valora y que debemos buscar cultivar en nuestras vidas.
Además, el salmista nos muestra que los justos son aquellos que consideran al vil como menospreciado, pero honran a aquellos que temen al Señor. Es importante recordar que cada persona es amada y valiosa a los ojos de Dios, sin importar su posición social, riqueza o estatus. Debemos tratar a todos con amor y respeto, honrando a aquellos que temen y siguen al Señor.
Continuando, el salmista destaca la importancia de mantener nuestra palabra y ser fieles a nuestros compromisos. Nos enseña que aquellos que incluso jurando en daño propio no cambian, serán considerados dignos de habitar en la presencia de Dios. Debemos ser personas de palabra, manteniendo nuestros compromisos y promesas, incluso si eso significa sacrificar nuestro propio interés.
Asimismo, el salmista nos recuerda que no debemos utilizar nuestro dinero para obtener ganancias injustas. No debemos prestar con usura ni aceptar sobornos para perjudicar a los inocentes. Dios nos llama a ser justos y honestos en todas nuestras transacciones financieras y a no participar en prácticas deshonestas que dañen a los demás.
En resumen, el salmista nos presenta un retrato claro de aquellos que podrán habitar en la presencia del Señor. Son personas que caminan en integridad, hacen justicia, hablan la verdad en sus corazones, se abstienen de calumniar y hacer mal, honran a aquellos que temen a Dios, mantienen su palabra, no obtienen ganancias injustas y no perjudican a los inocentes. Estas son las cualidades que debemos buscar desarrollar en nuestras vidas si deseamos estar en comunión íntima con nuestro amado Señor.
Queridos hermanos y hermanas, que este Salmo sea una guía y un recordatorio constante para todos nosotros. Que nuestras vidas reflejen las características descritas en el Salmo 15, y que busquemos siempre la aprobación y el favor del Señor en todo lo que hacemos. Recordemos que ser dignos de habitar en la presencia del Señor es el mayor privilegio que podemos tener como creyentes.
En conclusión, el Salmo 15 nos muestra el camino hacia la comunión íntima con Dios. Nos enseña las cualidades y actitudes que debemos cultivar en nuestras vidas si deseamos habitar en Su presencia. Sigamos este llamado y busquemos ser personas justas, íntegras y honestas en todo lo que hacemos. La recompensa será una relación cercana y eterna con nuestro amado Señor.
Salmos 15: “Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino; a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás.”