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Salmos 35: ¡La victoria del justo! ¡Protección divina y justicia garantizada!


Salmos 35:1-3 «Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Saca la lanza y cierra el paso a mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salvación.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso y lleno de inspiración de la Palabra de Dios: Salmos 35. En este Salmo, el salmista clama a Dios para que intervenga y lo proteja contra sus enemigos. Nos muestra que, incluso en momentos de dificultad y persecución, podemos confiar en la ayuda y la salvación de nuestro Señor.

En estos tiempos turbulentos y desafiantes, es común enfrentar adversidades y luchas en nuestras vidas. A veces, nos encontramos en situaciones en las que pareciera que todo el mundo está en nuestra contra, cuando nos vemos rodeados de enemigos invisibles y visibles que buscan perjudicarnos. Sin embargo, Salmos 35 nos recuerda que no estamos solos en nuestras batallas, que Dios está con nosotros y pelea en nuestro favor.

El salmista comienza el Salmo pidiendo a Dios que dispute con aquellos que contienden contra él, que pelee contra sus combatientes. Esta es una oración valiente y confiada, que busca la intervención divina en medio de la adversidad. Así como el salmista confió en Dios, también nosotros podemos clamar a Él en nuestras luchas y confiar en que Él peleará por nosotros.

El Salmo continúa con una imagen vívida de Dios equipándose para la batalla en favor del salmista: «Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Saca la lanza y cierra el paso a mis perseguidores». Esta descripción nos muestra que Dios es nuestro defensor y protector. Él está dispuesto a luchar en nuestro nombre y a detener a aquellos que nos persiguen. No hay enemigo que pueda resistir contra el poder de nuestro Dios.

En medio de nuestras luchas y dificultades, el salmista nos invita a afirmar nuestra fe en Dios y a recordar que Él es nuestra salvación. «Di a mi alma: Yo soy tu salvación». Esta afirmación es un recordatorio para nosotros de que no importa cuán grandes sean nuestros problemas, cuán fuertes sean nuestros enemigos o cuán desesperante parezca la situación, Dios es nuestra salvación. Él tiene el poder para rescatarnos y liberarnos de todas las dificultades que enfrentamos.

Queridos hermanos y hermanas, en momentos de adversidad, no olvidemos recurrir a Salmos 35 para encontrar aliento y fortaleza. Este pasaje nos muestra que Dios está dispuesto a luchar en nuestro favor, a protegernos y a ser nuestra salvación. No importa cuán desalentador parezca el panorama, debemos confiar en que Dios está obrando en nuestras vidas y que nos llevará a la victoria.

Así que, cuando enfrentemos batallas y persecuciones, recordemos las palabras del salmista: «Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Saca la lanza y cierra el paso a mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salvación.»

Que estas palabras nos inspiren a confiar en el poder de Dios y a encontrar consuelo en medio de nuestras luchas. Que recordemos que, aunque enfrentemos adversidades, Dios está a nuestro lado, luchando por nosotros y asegurando nuestra victoria. Amen.

Salmos 35:1-3 «Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. Saca la lanza y cierra el paso a mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salvación.»