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Sanados por Sus Llagas: Un Versículo Transformador


Versículo Por Sus Llagas Fuimos Sanados

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un poderoso versículo que nos recuerda el inmenso amor de nuestro Señor Jesucristo y la maravillosa sanidad que encontramos a través de sus llagas. En la Reina Valera, encontramos este versículo en Isaías 53:5, donde dice: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».

Cuando meditamos en este versículo, nos damos cuenta de la profundidad del sacrificio de Jesús en la cruz. Él, el Hijo de Dios, fue herido por nuestras rebeliones y molido por nuestros pecados. Imagínense el dolor que soportó por nosotros, el castigo que recibió para que pudiéramos encontrar paz y ser curados. Es un amor incomprensible, un acto de misericordia y gracia que nunca podremos entender completamente.

En la cruz, Jesús llevó sobre sí mismo todos nuestros pecados y enfermedades. Fue en sus llagas que encontramos sanidad. Cada herida que recibió fue por nosotros, para que pudiéramos ser redimidos y restaurados. Su sangre derramada es la fuente de nuestra sanidad, y cuando nos acercamos a él con fe, podemos experimentar la plenitud de su poder sanador.

Hermanos y hermanas, no importa cuál sea la enfermedad o dificultad que puedas estar enfrentando en este momento, quiero recordarte que Jesús es el mismo ayer, hoy y por siempre. Él es el gran Médico, el que tiene poder para sanar hasta lo más profundo de nuestro ser. No importa cuán imposible pueda parecer la situación, no hay nada que esté fuera del alcance de su poder sanador.

A través de sus llagas, Jesús llevó nuestras dolencias y enfermedades. En Mateo 8:17, se nos dice: «para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias». Jesús tomó nuestras enfermedades sobre sí mismo, para que nosotros pudiéramos ser liberados y sanados. No importa cuán grave sea la enfermedad, no hay límites para el poder sanador de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, les animo a que se acerquen a Jesús con fe y confianza en su poder sanador. No importa cuánto tiempo hayas estado luchando contra una enfermedad, no importa cuántos médicos hayan dado un diagnóstico negativo, Jesús es el que tiene la última palabra. Él es el que puede hacer lo imposible y traer sanidad a tu vida.

Permítele a Jesús que toque tus heridas, tus dolencias y tus enfermedades. Confía en su amor y en su poder. Pídele que te sane y cree en su palabra. Recuerda que en sus llagas fuimos sanados. No importa lo que el informe médico diga, no importa lo que los demás te digan, la verdad es que Jesús ya ha llevado nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias. Él ya ha pagado el precio por nuestra sanidad.

En conclusión, hermanos y hermanas, quiero recordarte una vez más el poderoso versículo que hemos estado reflexionando: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados». Es un recordatorio de la increíble obra de Jesús en la cruz y la sanidad que encontramos a través de sus llagas.

No importa cuán grande sea la enfermedad o dificultad que enfrentes, confía en el poder sanador de Jesús. Acércate a él con fe y entrega tus cargas a sus pies. Él está esperando para sanarte y restaurarte. Deja que sus llagas sean la fuente de tu sanidad, y experimenta el poder transformador de su amor.

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