Unges Mi Cabeza Con Aceite
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes una poderosa verdad que se encuentra en la Palabra de Dios. En el Salmo 23, el salmista David nos muestra la importancia de ser ungidos con aceite, y cómo esto puede transformar nuestras vidas de una manera profunda y significativa.
El salmo comienza con las palabras que todos conocemos: “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Estas palabras nos recuerdan que tenemos un Dios amoroso y fiel que está siempre a nuestro lado, cuidando de nuestras necesidades y guiándonos por senderos de justicia. Pero es en el versículo 5 donde encontramos la frase clave de este artículo: “Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”
La unción con aceite en la Biblia tiene un significado simbólico muy importante. En aquellos tiempos, el aceite era utilizado para consagrar y apartar a personas y objetos para el servicio de Dios. Era un acto de dedicación y autoridad divina. Cuando David habla de ser ungido con aceite, está hablando de ser separado y consagrado para el propósito de Dios en su vida.
¿Qué significa esto para nosotros hoy? Significa que cuando somos ungidos con aceite, estamos siendo separados del mundo y apartados para el servicio de Dios. Estamos siendo equipados y empoderados por el Espíritu Santo para cumplir con el propósito y la misión que Dios tiene para nosotros. Es un llamado a vivir nuestras vidas de manera santa y obediente a Dios, siendo instrumentos en sus manos para hacer su voluntad en la tierra.
La unción con aceite también tiene un significado de sanidad y restauración. En Lucas 10:34, Jesús cuenta la parábola del buen samaritano, y menciona cómo este buen hombre “le curó las heridas, echándoles aceite y vino.” El aceite era utilizado para sanar y restaurar, para aliviar el dolor y promover la curación. Cuando somos ungidos con aceite, estamos invitando al Espíritu Santo a sanar nuestras heridas emocionales, físicas y espirituales. Estamos abriendo nuestras vidas para recibir la restauración y la renovación que solo Dios puede dar.
Queridos hermanos y hermanas, ¿están dispuestos a ser ungidos con aceite? ¿Están dispuestos a ser separados y consagrados para el servicio de Dios? ¿Están dispuestos a abrir sus vidas para recibir sanidad y restauración? Si su respuesta es sí, entonces los invito a orar conmigo ahora mismo.
Querido Padre celestial, te damos gracias por tu amor y tu fidelidad. Te pedimos que nos unjas con tu aceite santo, que nos separes y consagres para tu servicio. Líbranos de las cadenas del pecado y del mundo, y capacítanos para cumplir con el propósito y la misión que tienes para nosotros. Te pedimos que sanes nuestras heridas y restaures nuestras vidas en todas las áreas que necesiten tu toque sanador. En el nombre poderoso de Jesús, amén.
Hermanos y hermanas, recuerden que la unción con aceite es un proceso continuo. No es algo que solo ocurre una vez, sino que debemos buscar constantemente ser llenos del Espíritu Santo y permitir que él nos guíe y nos empodere en todo momento. No permitan que las dificultades y los desafíos de la vida les roben la unción que Dios quiere derramar sobre ustedes. Manténganse firmes en su fe y confíen en que Dios tiene un plan maravilloso para sus vidas.
Así que, queridos hermanos y hermanas, les animo a que busquen la unción con aceite en sus vidas. Permitan que Dios les separe y les consagre para su servicio. Abran sus vidas para recibir sanidad y restauración. Y recuerden siempre estas palabras poderosas: “Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”
Que Dios les bendiga abundantemente y les llene de su unción y gracia. Amén.
Unges Mi Cabeza Con Aceite