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Versículo de bienvenida: Un mensaje de amor y esperanza


Versículo Para Dar Bienvenida: Una Palabra que Inspira

¡Bienvenidos hermanos y hermanas en Cristo! Hoy nos reunimos para reflexionar sobre un versículo poderoso y alentador que nos invita a dar la bienvenida a todos aquellos que llegan a nuestras vidas y a nuestras comunidades de fe. En la Reina Valera, encontramos en el libro de Romanos, capítulo 15, versículo 7, estas palabras transformadoras: “Por tanto, acéptense unos a otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios”.

Cuando leemos este versículo, nos damos cuenta de la importancia de dar la bienvenida a los demás, sin importar su origen, su pasado o su situación actual. No se nos dice que solo debemos acoger a aquellos que son iguales a nosotros o que piensan de la misma manera. Al contrario, se nos insta a aceptarnos unos a otros, tal como Cristo nos ha aceptado.

La aceptación que Cristo nos ofrece es incondicional y llena de amor. Él no nos juzga por nuestros errores o nuestras diferencias, sino que nos recibe con los brazos abiertos y nos ofrece la oportunidad de experimentar el perdón y la gracia divina. Siguiendo su ejemplo, debemos abrir nuestros corazones y nuestras iglesias a todos aquellos que buscan un lugar donde sean amados y aceptados.

Al dar la bienvenida a los demás, estamos demostrando el amor de Dios en acción. Estamos mostrando al mundo que somos discípulos de Jesús y que nuestra fe nos impulsa a amar a los demás como Él nos ha amado. La bienvenida no es solo una cortesía superficial, sino un acto de amor que trasciende barreras y prejuicios.

No importa quiénes sean, qué hayan hecho o qué creencias tengan, todos merecen ser recibidos con amor y respeto. Cada persona que llega a nuestras vidas tiene algo único que aportar, algo que podemos aprender de ellos y que nos enriquece como comunidad. Al abrirnos a los demás, estamos abriendo nuestras vidas a nuevas experiencias y oportunidades de crecimiento espiritual.

Es posible que encontremos desafíos al dar la bienvenida a los demás. Algunas personas pueden ser difíciles de tratar, pueden tener opiniones diferentes o incluso pueden haber causado daño en el pasado. Sin embargo, como seguidores de Cristo, estamos llamados a perdonar y a amar incluso a aquellos que nos han lastimado. Esto no significa que tengamos que olvidar o ignorar el daño causado, pero sí implica buscar la reconciliación y la restauración, siempre buscando la gloria de Dios.

Al dar la bienvenida a los demás, estamos construyendo puentes de amor y esperanza. Estamos mostrando a aquellos que se sienten solos, excluidos o marginados que hay un lugar para ellos en la familia de Dios. Estamos abriendo nuestras puertas y nuestros corazones para que todos puedan experimentar el amor incondicional de nuestro Padre celestial.

Así que, queridos hermanos y hermanas, hoy los invito a reflexionar sobre el poder de dar la bienvenida. Pidamos a Dios que nos dé el amor y la compasión necesarios para aceptarnos unos a otros, sin importar nuestras diferencias. Que seamos una iglesia acogedora, donde todos se sientan amados y aceptados.

Recordemos siempre las palabras del versículo para dar bienvenida: “Por tanto, acéptense unos a otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios”. Que estas palabras nos inspiren a abrir nuestras puertas y nuestros corazones, y a vivir una fe que se manifiesta en el amor y la aceptación mutua.

Demos la bienvenida a todos los que llegan a nuestras vidas, y juntos, como comunidad de fe, avancemos hacia un futuro lleno de esperanza, amor y unidad.

Versículo Para Dar Bienvenida: “Por tanto, acéptense unos a otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios” (Romanos 15:7, Reina Valera).

¡Que Dios los bendiga y les guíe en su camino de dar la bienvenida a todos los que encuentren en su camino!