Versículo de Fallecimiento
Hoy nos encontramos reunidos en este lugar sagrado para recordar y honrar a nuestros seres queridos que han partido de este mundo. Es un momento de reflexión y de consuelo, pero también de reconocimiento de la vida eterna que les espera.
El versículo de Fallecimiento que encontramos en la Palabra de Dios nos recuerda que la muerte no es el final, sino el comienzo de una nueva vida en la presencia del Señor. En 1 Tesalonicenses 4:13, leemos: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”.
La muerte puede ser un momento de gran tristeza y dolor para aquellos que quedan atrás, pero como creyentes en Cristo, tenemos la esperanza y la certeza de que nuestros seres queridos se encuentran en la presencia de Dios. Nos enfrentamos a la muerte con la confianza de que no es el final, sino el inicio de una vida eterna en la gloria celestial.
En estos momentos de pérdida, es importante recordar que el amor de Dios es inquebrantable. En Romanos 8:38-39, encontramos palabras de consuelo que nos dicen: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
La partida de nuestros seres queridos puede dejarnos con un profundo vacío en nuestros corazones, pero es en estos momentos cuando debemos aferrarnos aún más a nuestra fe en Dios. Él es nuestro refugio y fortaleza, un consuelo en tiempos de angustia. Como se nos dice en Salmos 46:1-2: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar”.
Cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido, también es importante recordar que no estamos solos. Dios está siempre a nuestro lado, sosteniéndonos y dándonos fuerzas. En Isaías 41:10, leemos: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
En este momento de despedida, debemos recordar que la vida de nuestros seres queridos fue un regalo de Dios. Cada uno de ellos fue creado a imagen y semejanza de nuestro Creador. En Salmos 139:13-14, encontramos estas hermosas palabras: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre… Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”.
Queridos hermanos y hermanas, en estos momentos de despedida, recordemos que la muerte no es el final. Es un paso hacia la eternidad con nuestro amado Padre celestial. Sigamos confiando en la promesa de Dios y en su amor inagotable. Aunque el dolor pueda ser abrumador, encontramos consuelo en las palabras de Jesús en Juan 14:1-3: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Así que, en este día, recordemos que la muerte no tiene la última palabra. Nuestros seres queridos están en la presencia de Dios, gozando de su amor y paz. Sigamos confiando en su promesa y vivamos nuestras vidas con la esperanza de encontrarnos nuevamente en la gloria celestial.
Versículo de Fallecimiento: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14).
Versículo de Fallecimiento: “Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna” (1 Juan 2:25).
Versículo de Fallecimiento: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2).